Ahi vamos de nuevo (?)

Habían pasado muchas historias nuevas durante su segundo año de instituto, tantas subidas y bajadas que solo habían llegado para descontrolar el ritmo de vida que había llevado hasta el momento. Desordenes emocionales, problemas de conducta y hasta castigos, habían sido cosa de la vida diaria desde el primer pie que cierto ser había puesto en el escalón de la entrada de ese lujoso edificio de dormitorios. Tan alterado se había sentido su cuerpo que, estaba seguro, no había sido el único en haber sentido su presencia aquel día.

Tan solo el comienzo de una historia. Era un día frío, el inicio de un enero. Navidad y Año nuevo habían pasado sin pena ni gloria; pues ese año, como los anteriores, la vida en casa no era muy buena, había tenido que quedarse en la escuela y comer del “lujoso” banquete que se había ofrecido para mas miserables como él que habían ocupado sus camas de dormitorio en esas épocas de sembrina, y además, haberse conformado con un suéter de la institución como un regalo debajo del árbol del instituto, no decía su nombre en particular, pero vaya que la lana era tibia, a pesar del picor que había comenzado a generar en la parte baja de su espalda.

El viento entrometido, que siempre entraba por las ventanas, logró acariciar cabellos lisos y finos que reflejaban la tenue luz de una habitación que en ese momento, se sentía como prisión. Aún faltaban un par de semanas para el inicio de un nuevo año escolar, y su pie lastimado no daban señales de mejora a pesar de su naturaleza. Eran días silenciosos para Nanase, un joven narcisista que había creado un interesante álbum de dibujos durante sus solitarias vacaciones de invierno, dedicado exclusivamente al deseo de muerte de esa persona que, hasta el momento, con tan sólo su cercanía, era capaz de aumentar el palpitar de su apenas explorado corazón.

Hojas y hojas, colgadas en las paredes de una habitación individual, que había logrado conseguir debido a las altas finanzas que sus padres manejaban en sus cuentas de banco; todas con rostros y colores, que marcaban cruces rojas sobre unos ojos dorados y profundos, que incluso se había sentido incomodo al dibujarlos. El cabello rubio que hacia contraste con su negro, manos tan fuertes que poco a poco estaban logrando sujetar su inestable carácter que ya tantos problemas le había traído.

─ … ─ Suspiró, al ver otra obra de arte terminada. Cada línea, cada trazo y color, cada sombra y punto de ese dibujo que se montaba en su tri-pie, era perfecto.

Ojos dorados y azules hicieron contacto, poco a poco perdiéndose en los recuerdos de un abrumador calor que invitó al sentimiento de incomodidad a aparecer una vez más. Ese mismo dibujo, que le había tomado un par de días en completar, solo le recordaba que tendría que volverlo a ver, y que seria el mismo desastre como lo había sido durante ese último año. Sujetó el dibujo con ambas manos, y lo elevó hasta una altura prudente donde la luz del sol podía tocar los colores y hacerlos brillar, su talento no dejaba que desear, tanto detalle en un solo sitio le hacia sentir orgulloso, talento que le permitió hacer una pintura del causante de todo lo malo que había pasado en consecuencia de falta de control sobre si mismo.

¿Sería un buen regalo de paz? Posiblemente, pero nadie quería paz en ese momento, mucho menos Nanase que, dentro de su silencio, acompañado de pinturas arruinadas por su misma confusión, había planeado su venganza. Con una sutil sonrisa por parte de unos labios finos, lanzó el marco por su amplia ventana, llevando la pintura a un cruel destino, que cualquier artista lamentaría.

Las horas poco a poco pasaban. El sol se metía entre las montañas de nevadas puntas, que solo traían consigo el frio que era malo soportando. Le gustaba, era agradable ver los amplios patios y jardines vacíos; si acaso con un par de almas mas que disfrutaban del silencio como él, aunque resultara de cierta forma un poco aburrido, respetaba la tranquilidad que el mundo le dejaba sentir, se podría decir, las peleas que habían tomado parte en ese lugar, de cierta forma se habían comenzado a volver, adictivas.

Y ese mismo silencio, le hacía preguntarse ¿ Todo volvería a ser como antes, ese nuevo año?